lunes, 23 de agosto de 2010

El enigma de la Esfinge

Su sonrisa me acorraló como la niebla de una tarde de diciembre, fría y envolvente. Me miró fijamente con sus felinos ojos y quedé paralizado al instante. De su boca, ésa que llevaba besando casi tres décadas, sólo salió una misteriosa sentencia...

"Es relativamente temprano... pero no del todo"

Todavía es hoy el día en que me despierto a media noche, impregnado en sudor, preguntándome a qué hora sucedió aquello.

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